(CNN) — Donde las altas colinas de la Ribera Occidental ocupada se precipitan en el valle del Jordán, media docena de pesadas excavadoras israelíes golpean las antiguas rocas que rodean la aldea palestina de Bardala.
Unas nubes cargadas de lluvia amenazan con empapar a un grupo de granjeros palestinos que se apiñan alrededor de sus destartalados cobertizos para ovejas, mientras las tropas de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) se acercan para entregarles las notificaciones de desalojo.
Khalid Sawafta, agricultor de 60 años, con la cabeza envuelta en un tradicional kufiya rojo y blanco, tiene lágrimas en los ojos. Sus órdenes israelíes dicen: Desalojen la tierra antes de las 9 a.m. del 4 de diciembre —solo faltan 16 días— o lo perderán todo.
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Este tipo de desalojos son habituales en la Ribera Occidental, según las Naciones Unidas.
Asimismo, según el grupo activista Peace Now, solo en el último año 227 familias palestinas del territorio han sido desalojadas, ya que el Gobierno israelí ha autorizado más de 8.600 nuevas viviendas para israelíes en la Ribera Occidental y ha aumentado la financiación de proyectos de colonos.
Desde los brutales ataques de Hamas contra Israel del 7 de octubre del año pasado, en los que murieron 1.200 israelíes y más de 250 fueron tomados como rehenes, líderes de colonos en el Gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu han estado presionando para que se anexione toda la Ribera Occidental.
Notificación de desalojo entregada por funcionarios israelíes a un agricultor palestino cerca de la aldea de Bardala, en la Ribera Occidental ocupada, en la que se le ordena abandonar sus tierras. (Crédito: Nic Robertson/CNN)
La nueva preocupación de los palestinos es que el elegido de Donald Trump para embajador de Estados Unidos en Israel, Mike Huckabee, que tiene muchos admiradores entre los colonos israelíes, podría acelerar la pérdida de sus tierras.
Durante una visita a Israel en 2017, el exgobernador de Arkansas dijo a periodistas: “La Ribera Occidental no existe. Es Judea y Samaria”, dijo, utilizando el término israelí para la tierra.
“No existen los asentamientos. Son comunidades, son barrios, son ciudades. No existe tal cosa como una ocupación”.
El líder de los colonos israelíes y activista Yishai Fleisher, que se reunió con Huckabee durante varias de sus visitas a Israel, dijo: “Mike reconoce nuestra reivindicación, (no es) un antiárabe, pero sí reconoce la reivindicación judía de esta tierra”.
Fleisher cree que Huckabee, un cristiano evangélico, podría hacer incluso más que el último embajador de Trump en Israel, David Friedman, quien ayudó a convencer al entonces presidente a declarar Jerusalén capital de Israel, un paso que fue enormemente popular entre los israelíes.
Señalando que Friedman es judío, Fleisher dijo: “David Friedman tiene legitimidad entre los israelíes y los judíos. Creo que Huckabee tendrá legitimidad con millones de creyentes en la Biblia… Conoce su lenguaje y sabe cómo hablarles al corazón. Es un predicador”.
Pero Alon Pinkas —diplomático israelí y exasesor de Shimon Peres, el último primer ministro israelí que dio pasos significativos hacia la paz con los palestinos— cree que los colonos están equivocados y que Trump no sacrificará sus intereses en la región en general.
El elegido de Donald Trump para embajador de EE.UU. en Israel, Mike Huckabee, visita el asentamiento israelí de Beit El en la Ribera Occidental, cerca de Ramala, el 18 de agosto de 2009. (Crédiot: Gali Tibbon/AFP/Getty Images)
“Si Israel se anexiona unilateralmente grandes partes, grandes franjas de la Ribera Occidental, esto no va a volar bien en el mundo árabe”, dijo Pinkas.
Pinkas cree que Trump quiere conseguir lo que Biden no logró: la normalización de las relaciones de Israel con los países árabes, el santo grial de la diplomacia en Medio Oriente.
“Va a querer basarse en los Acuerdos de Abraham”, dijo Pinkas, refiriéndose a un acuerdo que normalizó los lazos de Israel con Emiratos Árabes Unidos, Bahrein y Marruecos. “Va a recibir presiones de los saudíes, los qataríes y los emiratíes para alcanzar un acuerdo mayor”.
Pero la guerra de Israel en Gaza y la matanza de tantos palestinos ha hecho subir el precio de ese gran acuerdo. El poderoso príncipe heredero saudí Mohammed bin Salman (MBS), amigo de Trump, ha dicho que la normalización solo puede ocurrir si Israel acepta un Estado palestino.
El ex primer ministro del Gobierno Autónomo Palestino Mohammad Shtayyeh cree que MBS se mantendrá en esta posición. “Tal vez haya una oportunidad con Arabia Saudita para nosotros, y es por eso que estamos coordinando estrechamente con Arabia Saudita”, dijo.
En última instancia, es más los amigos de Trump que Huckabee quienes lograrán influir en el gobierno israelí, cree Shtayyeh: “Este hombre no es el que dictará las órdenes”.
Por su parte, el ministro de Finanzas israelí, Belazel Smotrich, se muestra esperanzado en que la Ribera Occidental forme pronto parte de su país. “El año 2025 será, con la ayuda de Dios, el año de la soberanía en Judea y Samaria”, dijo en noviembre.
(Crédito: Nic Robertson/CNN)
De vuelta a Bardala, las autoridades israelíes afirman que una reciente amenaza a la seguridad les impulsó a construir la nueva barrera que rodeará casi por completo Bardala y otros dos pueblos, de unos 4.000 habitantes, aislándolos de hecho de sus medios de subsistencia agrícolas.
“El objetivo es desplazar a los residentes de esta región”, declaró a CNN Ibrahim Sawafta, dirigente del consejo local.
Muestra documentos que, según él, prueban que la propiedad palestina de Wadi Salman, el diminuto valle de tierra que sirve de refugio a los cobertizos de ovejas del granjero Khalid, se remonta a hace 100 años.
Ibrahim dice que han apelado a las autoridades israelíes para que desplacen la barrera, “pero se han negado rotundamente, alegando que la carretera ya estaba planeada”.
En los alrededores de Bardala, la anexión es demasiado familiar.
Khalid, que acaba de recibir su notificación de desalojo, dice que él también fue desalojado hace siete años. “Vinieron y lo demolieron todo, dejándome sin nada”, afirma.
La dura realidad en Bardala, como en cualquier otro lugar de la Ribera Occidental ocupada, es que incluso antes de la inminente toma de posesión de Trump, el Estado palestino se había convertido en un sueño lejano.
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